miércoles, 18 de noviembre de 2009

Cortocuentos. Reseñas. ADN.

ADN

Un ogro enganchado a la televisión, un coleccionista de problemas, un domador de nubes o un conejo capaz de congelar el tiempo protagonizan algunos de los "Cortocuentos" de Chema García y Borja Crespo, un libro de relatos ilustrados que esconde metáforas y reflexiones agridulces.

Con la brevedad como premisa, Crespo y García han creado un mundo imaginario en el que los clásicos personajes de cuento de hadas cobran un aspecto tan tierno como ácido y encierran una fuerte crítica social cargada de humor.

Cuatro frases para cada relato y dibujos muy sencillos, aparentemente pensados para un público infantil, bastan para que estos "Cortocuentos" (Astiberri) despierten una lectura adulta que arremete contra la insatisfacción del ser humano, la tiranía, la excesiva alimentación del ego o la renuncia a sentir.

El bilbaíno Borja Crespo, guionista, ha afirmado a Efe que, "aunque algunos sean un poco retorcidos para los niños, son cuentos que puede leer cualquiera y sobre todo los padres, para que dé pie a pensar".

Entre un "planeta piruleta" y jardines de estrellas, Crespo lanza pequeñas frases que llaman a la puerta de las emociones: "A Jota le dolía el alma. Tan grande era su dolor que decidió quitársela. Nunca más sintió", dice uno de los microrelatos, bajo el título de "Duele, existes".

"Son metáforas sobre el comportamiento humano que cada uno puede ampliar como quiera, algunas son más optimistas, otras más oscuras, pero todas sirven para mirarse al espejo", asegura Crespo.

Los autores han seleccionado personajes clásicos para "darles la vuelta" y demostrar que un lenguaje que "está relacionado con el formato cuento" y que roza lo infantil puede servir como "toque de atención".

También hay una niña eléctrica que desprende luz o se apaga en función de su estado de ánimo, un monstruo que tiene miedo y se esconde debajo de una cama o una invitación a no dejar de observar: "Tom iba tan rápido por la vida que no se paraba a mirarla. Hasta que una niña le paró los pies".

"Cortocuentos" es además una obra que pretende ensalzar el valor del cuento, "un formato ideal que unido a las imágenes es perfecto para lanzar mensajes contundentes".

Aunque "no están escritos para cambiar el mundo", matiza Crespo, estos cuentos son "para mirarse al espejo, y para viajar a un universo imaginario de la mano de sutiles reflexiones.

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Ilustarción previa para "Jardín de estrellas"

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